viernes, 20 de junio de 2008

Catedra 2 Ejercicio 3 - 4 Arquitectura para la Salud

PROBLEMAS EN LOS CENTROS DE SALUD

ESTUDIO EJECUTADO PARA MEJORAR EL USO Y RESOLVER LOS PROBLEMAS PRINCIPALES EN LOS CENTROS DE SALUD.

Situación de la salud pública en Chile: ¿Un problema sin solución?
Que la salud pública está en problemas no es novedad. Que cada año hospitales y centros de salud primarios colapsan, tampoco. Y este 2008 no es la excepción. Si basta con revisar las informaciones de estas últimas semanas para darse cuenta que el mismo escenario se repite año tras año. ¿Ejemplos?
Pero no sólo esto ha ocurrido, pues en menos de tres días, el Hospital Salvador y la Posta Central no dieron abasto por diversas razones: carencia de utensilios, de camillas y de personal médico. Erigiéndose esto último, tal vez, como la principal deficiencia de dichas instituciones, pero ¿a qué se debe la falta de profesionales en este sector?
Para el director de la Escuela de Medicina de la Universidad de Santiago de Chile, Mauricio Soto, “esto tiene que ver con los salarios, pues los funcionarios de la salud pública presentan sueldos muy bajos comparados con las mismas funciones que cumplen los profesionales en clínicas y hospitales privados”. Así mismo plantea que otro factor que incide es la judicialización de la medicina, que ha provocado también que la gente sea reticente a participar de la salud pública, pues “ante cualquier error que cometa el médico o el grupo de salud, el responsable es el doctor, quien queda sujeto a que los pacientes tengan el derecho de entablar acciones judiciales en su contra”. Emilia Sanhueza, subdirectora de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, concuerda con aquello considerando que “los riesgos que existen en este momento frente a posibles demandas por mala práctica es desalentador para algunos profesionales.
¿A qué se debe?
A que las condiciones en que trabajan no son óptimas, como, por ejemplo, el tener que estar atendiendo pacientes hospitalizados en los pasillos de diversos servicios de salud. Es una condición que expone tanto al paciente como a los miembros del equipo de salud a riesgos mayores a los que presenta la enfermedad por si sola y que, sumado a la gran presión asistencial, aumenta la probabilidad de que se cometan errores.
Esta situación crea grandes dilemas éticos a los profesionales, porque el aceptar trabajar en condiciones que frecuentemente resultan inapropiadas, se traduce en pasar a ser “cómplice” de ella, lo que produce gran frustración y desmotivación en ellos”. La doctora cree que “el no contar con los recursos en los centros de salud pública, sumado a la alta presión –que además limita el poder acceder a una actualización permanente-, hacen que en la medida en que el profesional adquiera otras necesidades de tipo económicas, como lo son formación de una familia, acceso a una buena educación para los hijos, etc., -aspiraciones todas, que cualquier profesional tiene el derecho anhelar-, pero que lamentablemente, para un gran número de médicos, éstas sólo se lograrán desempeñándose en una institución de tipo privada.
¿Soluciones?
Según Emilia Sanhueza, algunas correcciones pasan por “optimizar recursos, ante lo que el Colegio Médico se ha preocupado de informar estas situaciones, haciendo ver que es un problema que no sólo tiene que ver con las remuneraciones profesionales. Falta mejorar la gestión y prever con anticipo adecuadamente, estas situaciones de crisis que se repiten año a año y que ya se esperaría debiesen tener soluciones más definitivas, y no que estemos siempre enfrentando un problema que ya es anualmente habitual, pero que se sigue buscando solucionar con medidas de emergencia”. "Aprovechando que el país está viviendo un momento económico favorable respecto a períodos anteriores, uno esperaría que se destinasen suficientes recursos para mejorar en forma notoria la salud, y las condiciones en que ésta se realiza. Sin embargo, en este sentido sería muy injusto el no reconocer que se han hecho acciones concretas por mejorar la calidad de la atención de salud, pero sin duda que aún falta mucho por hacer y por dar a conocer.
Existe todavía gran desconocimiento en la población general y en el propio equipo de salud, acerca de los nuevos programas y planes que se han implementado recientemente. Por otro lado, falta hacer una educación en la población en general, la cual tiene un sentimiento muy fuerte acerca del 'derecho a la salud', pero ¿qué hay acerca de lo que son 'mis deberes con mi salud'?
Existen campañas puntuales para ciertas patologías pero debiesen ser temas más globales y que permanentemente fuesen tratados. Los pacientes muchas veces exigen y no se dan cuenta, que en muchas ocasiones ellos son los principales responsables de la situación de salud que los afecta", sostiene.En tanto, doctor Mauricio Soto propone “contratar a los médicos con jornada completa, es decir, de 44 horas y darles en el sector público un sueldo digno, no sólo de los profesionales sino que de los equipos. El Colegio Médico ha dado varias pautas al respecto de cuáles son las posibles soluciones”.












Catedra 2 Arquitectura para la Salud

Arquitectura para la Salud.
Historia

El proyecto higienista de la modernidad, originado en el siglo XVIII, reformó la arquitectura de los hospitales y el espacio urbano, basándose en los conceptos de eficiencia, iluminación, ventilación y, sobre todo, asepsia. Los ejemplos paradigmáticos en Europa fueron los sanatorios antituberculosos. En Chile, esa concepción sanitaria de la arquitectura se desarrolló desde los años 20, bajo políticas que se orientaban hacia el Estado Social.
El depurado espacio moderno, con sus características clínicas, biológicas, medioambientales o sustentables, tienen su origen en el conocimiento del cuerpo humano y en la conciencia de la necesidad de salubridad de la arquitectura y el espacio urbano. La modernidad en su racionalidad se definió eficiente, iluminada, ventilada y, sobre todo, aséptica.Un caso ejemplar que definió una conciencia medioambiental sanitaria, fue el París del siglo XVIII, donde se dio un debate en torno al insalubre Hotel Dieu, sostenido en una fuerte crítica de los médicos hacia los arquitectos, preocupados más bien por los estilos que por la función. Las investigaciones sobre el aire, de Antoine-Laurent Lavoisier, convocaron cambios en el criterio de diseño hacia una nueva arquitectura salubre, iluminada y ventilada, como una "máquina de curación", incidiendo en la edificación pública y progresivamente en la civil. Igualmente, esta inicial conciencia higienista, se trasladó al espacio urbano, afrontando el hacinamiento e insalubridad del trazado gótico parisino. Manifiesto realizado en la modernización urbana por el Barón Haussmann, que incluyó la literal "abertura" de los famosos bulevares, ventilando y asoleando a la ciudad, e importantes obras hidráulicas, que evacuaron las pestilencias.

La reforma y conciencia higieniza influyó, depurando la arquitectura y organizando la urbe hasta consolidarse en lo que finalmente hemos experimentado como el radical espacio moderno, lúcido del funcionamiento anatómico y psicológico del cuerpo, constituyendo la "máquina de habitar", y su aséptico espacio liberado. En urbanismo, los retos planteados por la ciudad industrial se respondieron con zonificaciones que, básicamente, separaban áreas contaminadas de la vivienda, hasta llegar a la extirpadora "tábula rasa".

En arquitectura, las obras que mejor sintetizaron esta nueva visión fueron los sanatorios antituberculosos, como el Purkersdorf (1903), de Josef Hoffmann, en las afueras de Viena; el Zonnestraal (1925-1928), en Hilversum, de Johannes Duiker y Bernard Bijoet's; el afamado Sanatorio Antituberculosos de Paimio (1929-1933), de Alvar Aalto; y el Dispensatorio Antituberculosos (1934-1938), de Josep lluis Sert, en el Raval de Barcelona.

Una nueva arquitectura consciente emergió acogedora para el cuerpo enfermo, curando a través de sus espacios. Según Beatriz Colomina, " la arquitectura del siglo XIX fue maldecida como insalubre y sol, luz, ventilación, ejercicio, techos-terrazas, higiene y la blancura, fueron ofrecidas como medio para prevenir, sino, curar la tuberculosis".Esa espacialidad trazó las rutas que seguiría la arquitectura moderna, rescatada por importantes teóricos, como Sigfried Giedion en el libro "Habitar liberado. Luz , aire y abertura" de 1929, declarando al, importancia de la relación interior-exterior, o aun en las arquitecturas y los mediáticos discursos de Le Corbusier como " Aire, sonido y luz", pronunciados en la Acrópolis en 1934, justificando en las necesidades del cuerpo contemporáneo el uso de fachadas acristaladas, dobles vidrios y aireación artificial.
Escuela de Arquitectura Hospitalaria

En 1944, se creó la Sociedad Constructora de Establecimientos Hospitalarios, institución claramente orientada hacia la racionalidad arquitectónica. En un principio estaba encargada de los aspectos financieros de las obras diseñadas en los talleres multidisciplinarios del Departamento de Arquitectura del Servicio Nacional de Salud (SNS), hasta que en 1967 la Sociedad Constructora creó su propio Departamento Técnico, para el cual contrató a un gran número de profesionales del SNS.El taller del SNS fue una escuela de arquitectura hospitalaria, comandada por el arquitecto Fernando Devilat Roca.

En el desarrollo de los proyectos, los arquitectos estaban muy vinculados a los médicos y a los administrativos del futuro hospital. El taller fue muy prestigioso, tanto que muchos de los arquitectos se convirtieron en asesores técnicos de distintas instituciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, la Oficina Panamericana de la Salud, el Banco Interamericano del Desarrollo y el Banco Mundial.Ellos realizaron una serie de valiosos edificios en Santiago, siguiendo los patrones de la racionalidad, como el Instituto Traumatológico (1937), el Consultorio del Servicio nacional de Salud en calle Copiapó (1938), el Hospital José Joaquín Aguirre (1952) y el Hospital del Tórax (1954).