viernes, 20 de junio de 2008

Catedra 2 Arquitectura para la Salud

Arquitectura para la Salud.
Historia

El proyecto higienista de la modernidad, originado en el siglo XVIII, reformó la arquitectura de los hospitales y el espacio urbano, basándose en los conceptos de eficiencia, iluminación, ventilación y, sobre todo, asepsia. Los ejemplos paradigmáticos en Europa fueron los sanatorios antituberculosos. En Chile, esa concepción sanitaria de la arquitectura se desarrolló desde los años 20, bajo políticas que se orientaban hacia el Estado Social.
El depurado espacio moderno, con sus características clínicas, biológicas, medioambientales o sustentables, tienen su origen en el conocimiento del cuerpo humano y en la conciencia de la necesidad de salubridad de la arquitectura y el espacio urbano. La modernidad en su racionalidad se definió eficiente, iluminada, ventilada y, sobre todo, aséptica.Un caso ejemplar que definió una conciencia medioambiental sanitaria, fue el París del siglo XVIII, donde se dio un debate en torno al insalubre Hotel Dieu, sostenido en una fuerte crítica de los médicos hacia los arquitectos, preocupados más bien por los estilos que por la función. Las investigaciones sobre el aire, de Antoine-Laurent Lavoisier, convocaron cambios en el criterio de diseño hacia una nueva arquitectura salubre, iluminada y ventilada, como una "máquina de curación", incidiendo en la edificación pública y progresivamente en la civil. Igualmente, esta inicial conciencia higienista, se trasladó al espacio urbano, afrontando el hacinamiento e insalubridad del trazado gótico parisino. Manifiesto realizado en la modernización urbana por el Barón Haussmann, que incluyó la literal "abertura" de los famosos bulevares, ventilando y asoleando a la ciudad, e importantes obras hidráulicas, que evacuaron las pestilencias.

La reforma y conciencia higieniza influyó, depurando la arquitectura y organizando la urbe hasta consolidarse en lo que finalmente hemos experimentado como el radical espacio moderno, lúcido del funcionamiento anatómico y psicológico del cuerpo, constituyendo la "máquina de habitar", y su aséptico espacio liberado. En urbanismo, los retos planteados por la ciudad industrial se respondieron con zonificaciones que, básicamente, separaban áreas contaminadas de la vivienda, hasta llegar a la extirpadora "tábula rasa".

En arquitectura, las obras que mejor sintetizaron esta nueva visión fueron los sanatorios antituberculosos, como el Purkersdorf (1903), de Josef Hoffmann, en las afueras de Viena; el Zonnestraal (1925-1928), en Hilversum, de Johannes Duiker y Bernard Bijoet's; el afamado Sanatorio Antituberculosos de Paimio (1929-1933), de Alvar Aalto; y el Dispensatorio Antituberculosos (1934-1938), de Josep lluis Sert, en el Raval de Barcelona.

Una nueva arquitectura consciente emergió acogedora para el cuerpo enfermo, curando a través de sus espacios. Según Beatriz Colomina, " la arquitectura del siglo XIX fue maldecida como insalubre y sol, luz, ventilación, ejercicio, techos-terrazas, higiene y la blancura, fueron ofrecidas como medio para prevenir, sino, curar la tuberculosis".Esa espacialidad trazó las rutas que seguiría la arquitectura moderna, rescatada por importantes teóricos, como Sigfried Giedion en el libro "Habitar liberado. Luz , aire y abertura" de 1929, declarando al, importancia de la relación interior-exterior, o aun en las arquitecturas y los mediáticos discursos de Le Corbusier como " Aire, sonido y luz", pronunciados en la Acrópolis en 1934, justificando en las necesidades del cuerpo contemporáneo el uso de fachadas acristaladas, dobles vidrios y aireación artificial.
Escuela de Arquitectura Hospitalaria

En 1944, se creó la Sociedad Constructora de Establecimientos Hospitalarios, institución claramente orientada hacia la racionalidad arquitectónica. En un principio estaba encargada de los aspectos financieros de las obras diseñadas en los talleres multidisciplinarios del Departamento de Arquitectura del Servicio Nacional de Salud (SNS), hasta que en 1967 la Sociedad Constructora creó su propio Departamento Técnico, para el cual contrató a un gran número de profesionales del SNS.El taller del SNS fue una escuela de arquitectura hospitalaria, comandada por el arquitecto Fernando Devilat Roca.

En el desarrollo de los proyectos, los arquitectos estaban muy vinculados a los médicos y a los administrativos del futuro hospital. El taller fue muy prestigioso, tanto que muchos de los arquitectos se convirtieron en asesores técnicos de distintas instituciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, la Oficina Panamericana de la Salud, el Banco Interamericano del Desarrollo y el Banco Mundial.Ellos realizaron una serie de valiosos edificios en Santiago, siguiendo los patrones de la racionalidad, como el Instituto Traumatológico (1937), el Consultorio del Servicio nacional de Salud en calle Copiapó (1938), el Hospital José Joaquín Aguirre (1952) y el Hospital del Tórax (1954).

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